miércoles, 25 de junio de 2014

Conversalibros 04 - El nombre de la rosa (Eco-Annaud)



Nota previa para el lector del blog; Conversacines es un lugar donde analizamos a nuestro criterio los films propuestos. La premisa para participar de este blog es haber visto primero la película en cuestión. Durante los siguientes minutos observarás y escucharás temas que te desvelarían partes de la trama. En caso de no haber visto la película no debes de leer los contenidos de este blog, ya que probablemente te reventaremos la misma.

Esta semana nos introducimos en los secretos de una oscura abadía, donde la codicia de poder y las miserias del hombre pondrán las palabras exactas a los escritos que narran una inquietante historia.

Participantes:

- Gorka Fernández
- Juan Manuel Castillo
- César Bardés Cuéllar


DALE AL PLAY Y ESCUCHA EL CONVERSACINES
(Nota: Para ver correctamente el reproductor, recomendamos Mozilla Firefox o Google Chrome)





1 comentario:

  1. "Nada hay en el mundo, no hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más al corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por amor, en la más honda de las ruinas".
    Y el amor quizá fue el gran ausente del debate, personificado en ese Adso que se queda secuestrado por la belleza y el cariño que "La Rosa" le da al novicio franciscano. En todo caso, hay que destacar el altísimo nivel literario e histórico del coloquio, con una maravillosa dirección de Gorka y unas puntualizaciones interesantísimas de Juanma que merecen, ambas, muchísimo la pena.
    Habría que decir que Eco, efectivamente, es Catedrático de Semiótica en la Universidad de Bolonia. La Semiótica (muy desconocida para la gran mayoría) es una parte de la Lingüistica que investiga la simbología y la interpretación del sentido del lenguaje (no su significado, parte estudiado por la semántica) y eso le hace especialmente apto para escribir un relato como "El nombre de la rosa".
    En todo caso, también habría que destacar a Salvatore-Ron Perlman, actor favorito de Jean-Jacques Annaud, o al gran William Hickey en el curiosísimo papel de Ubertino da Cazale, un hombre al que podemos recordar un año antes de esta película como el patriarca de la familia Prizzi de "El honor de los Prizzi" de John Huston. También el actor que hace de Michele de Cesena, un poco el jefe de los franciscanos que llegan al Monasterio benedictino, es Leopoldo Trieste, el graciosísimo y avispado ayudante del Alcalde Anthony Quinn de "El secreto de Santa Vittoria".
    A destacar la música, muy recogida, muy íntima pero también muy influyente en el misterio de James Horner, así como volver a insistir en el genio de Dante Ferretti en los decorados, autor de muchos otros como "La noche de Varennes", "La edad de la inocencia", "Casino" o "Cyrano" (versión Depardieu).
    A destacar que Eco ha realizado otras novelas que nunca han llegado al nivel de esta primera. Quizá "El péndulo de Foucault" podría dar lugar a una película tan apasionante como "El nombre de la rosa" y durante un tiempo se rumoreó que Stanley Kubrick andaba detrás de los derechos (la temática entronca con su visión del mundo) así como también su proyecto sobre la adaptación de "El perfume" de Patrick Süskind con John Hurt de protagonista. Pero ni "Baudolino" (la historia de un pícaro que recorre toda Europa y parte de Asia), ni "El cementerio de Praga" se acercan al genio creador que dio lugar a esta novela inquietante sobre la Iglesia.
    Como anécdota diré que en una visita con mi mujer al Monasterio de Santo Domingo de Silos (en la que sí escuché una misa en gregoriano y es cierto, es impresionante), hice la visita guiada como todo el mundo pero, en un momento dado, el monje que nos hacía de guía fue reclamado para otros menesteres y fuimos visitando por nuestra cuenta el maravilloso claustro. Por aquellas casualidades de la vida el abad de Silos estaba enseñando el lugar a dos personas (sospecho que dos nombres de la política vasca) y, amablemente, nos sugirió que nos uniéramos así que nos enseñó el resto del Monasterio del que recuerdo con viveza la visita a la botica del Monasterio. Allí, el abad confirmó que Eco había pasado unos cuantos días allí y que gran parte de lo que sale en la novela está inspirado en el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Lejos de parecer enfadado, lo dijo muy orgulloso. Todo un ejemplo.
    Lo dicho, Gorka, Juanma, un auténtico placer, una gozada, un palimpsesto de gran categoría. Abrazos.

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